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.Mukka.

 

Huyo.
Me veo de espaldas y no me reconozco, cruza por mi mente un pensamiento fugaz que dice: “Mira, tiene una sudadera como la mía, pero a ella le sienta mejor, parece más alta, mira su pelo. Ojalá fuera como ella”, que hace que me gire, cayendo en la cuenta de que es mi sudadera, mi espalda, soy yo misma. Disminuyen las ganas de huír, sin embargo no paro de hacerlo. Ahora me parezco más a lo que soñé cuando era una niña de pequeños dientes, con el mismo flequillo, en bañador, tostada por el sol.
Parece que he vuelto a donde empecé a perderme.
Suena de fondo Vetusta, como aquella noche, dos desconocidos cerrando un cículo. Silencios, caricias, “...Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar, empezar (…) terminar...” Mis ganas de hablar, de volver a huir.
HUIR.
A deshora, me conociste a deshora y, a deshora, sigo viendote un año después. Tu cabeza es un puzle que no sé armar y la mía un laberinto de laureles sin podar.
¿Es esperanza esa luz que veo al fondo? Apágala y vente a dormir.

 

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